sábado, febrero 25, 2006

Dientes y sus fantásticas ideas

Dientes tubo un día una gran idea. Pero se puso a pensar demasiado en esa idea. Así que la idea decidió seguir adelante sin Dientes. Dientes un día se sintió solo y sin ideas. Sabía que su idea no volvería, era demasiado buena para que se quedara con ella. Ella lo sabía. La idea estaba demasiado lejos como para reconocer a su progenitora. Pero la idea también sufría porque nadie pensaba en ella. Pero estaba demasiado lejos como para volver a su casa. La gran idea jamás volvió. Dientes entonces tubo otra idea, no tan grande como la anterior, pero esta vez no la iba a dejar ir. Tomo nota de la idea y escribió en un trozo de papel higiénico: “esta es mi idea”, y guardó celosamente el papel en un lugar que solo Dientes conocía. Pero Dientes, no supo después si fue por una medida de seguridad o un simple descuido, olvidó la ubicación de dicho papel. La idea entonces se marchito en un cajón y fue desechada en una posterior limpieza del cajón de la mesita de luz de Dientes. La última idea de Dientes llegó en forma de sueño. La idea se materializo cual señal sagrada y se mostró con forma de sapo blanco que cantaba con la voz carrasposa y brillaba con un leve tono lavanda. Dientes miro al sapo y corrió pensando en que esta era otra de sus pesadillas post Submarino Amarillo. Esa fue la última vez que Dientes vio una idea. Actualmente Dientes solo piensa en cosas sencillas y día a día se plantea el tamaño ideal del triple de cocido y queso.

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